Pedro Casaldáliga, también Pere Casaldàliga i Pla (Balsareny (Barcelona), 16 de febrero de 1928), es un religioso, escritor y poeta español, que ha permanecido gran parte de su vida en Brasil. Ha estado siempre vinculado a la teología de la liberación y ha sido siempre un defensor de los derechos de los menos favorecidos.
Biografía.
Hijo de una familia de campesinos, Casaldáliga se trasladó a Vic para estudiar en el seminario. El 31 de mayo de 1952 fue ordenado sacerdote en Montjuïc (Barcelona) y se unió a la orden de los claretianos.
En junio de 1968 se trasladó como misionero al estado del Mato Grosso en Brasil. El 23 de octubre de 1971 fue ordenado obispo de São Felix do Araguaia. Su diócesis es una de las más extensas del país, ocupando una superficie de cerca de 150.000 km², habitados en su mayor parte por indígenas terratenientes así como del régimen militar existente en ese momento en Brasil. João Bosco, su vicario, llegó a ser asesinado por unos sicarios que confundieron a Bosco con el propio Casaldáliga (1977). En esos momentos recibió total apoyo del Vaticano, especialmente por parte del papa Pablo VI, pero esto no siempre sería así.[cita requerida]
Aunque jamás ha regresado a España y siempre se ha mostrado reacio a viajar por miedo a no poder entrar de nuevo en Brasil , en 1985 realizó una polémica visita a Nicaragua. Casaldáliga se trasladó hasta ese país para mostrar su solidaridad con los religiosos nicaragüenses. En 1988 viajó hasta el Vaticano y fue recibido en audiencia por el Papa. La visita no fue plenamente satisfactoria y unos meses más tarde recibió una seria advertencia por parte de la Santa Sede que criticó su apoyo a la causa sandinista y de la Teología de la liberación.
Al cumplir los 75 años, a Casaldáliga se le recordó desde el Vaticano que —como todos los obispos al llegar a esa edad— tenía que presentar su dimisión. El religioso decidió permanecer en la diócesis que había presidido durante más de 35 años, reclamando la participación de la comunidad en la elección de su sucesor, a pesar de que la Santa Sede le recomendó abandonar el país. Enfermo de Parkinson desde hace algún tiempo, Pedro Casaldáliga no quiso abandonar la lucha por la defensa de los derechos de los menos favorecidos.
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